Es curioso que lo diga, pero yo no busqué al fondant, sino más bien el fondant me buscó a mí. Tengo un poco de suerte, no lo puedo negar ya que heredé la habilidad de mi madre y mi abuela para usar las manos, sólo hay que ver mis primeras tartas para darse cuenta que de forma rápida pasé de tartas sencillas a algo mas elaboradas , eso se debe a las ganas de hacerlo bien y una que otra cosilla que luego les contaré y que me han ayudado a conseguir los resultados por mi esperados.
Porque digo que el fondant me buscó a mí, comenzaré desde el principio. Cuando decidí casarme, para mi fiesta quería cosas originales, mi esposo me sugirió ¿por qué no haces las invitaciones?… a mano con un papel quemado en los bordes que se asemeje a algo muy antiguo y pon un sello de lacre con nuestras iniciales; él siempre dando una idea y la compañía mientras yo hago el trabajo, pero quedó tan contento con nuestras invitaciones que nunca dejó de incentivarme para seguir trabajando con las manos y hacer artesanía. Algo curioso, cuando hablamos de la tarta enseguida le contesté huyendo al compromiso, “buscaremos a alguien que nos la haga” mi abuelita ya mayor, maestra con años de experiencia no podía hacerlo, estaba para ese entonces un poco enfermita y fue mi suegra la que se animó a intentarlo, bien por ella y por nosotros que pudimos contar con una tarta decorada.
Seguí con los años haciendo distintas cosas de artesanía que luego vendía a conocidos y conocidas, fue justamente una de ellas (mi querida amiga Pilar) que viendo mis trabajos me sugirió, ¿por qué no haces la tarta de cumpleaños para mi hija, seguro que te saldrá hermosa? Y yo, entre la necesidad de hacer algo nuevo por estar sin trabajo, mas la motivación que diariamente recibía de todos los que opinaban sobre las cosas que yo hacía y que además no perdían la oportunidad de decirme que todo quedaba muy bonito, me atreví a decir que sí. Tenía que ser algo diferente porque todas ellas siempre dicen que soy creativa y por eso le dije a mi esposo “Haré algo con fondant”. Cogí algo de confianza en mí misma y empecé a buscar las recetas para hacer fondant; algo ya sabía por observar tantos años los trabajos de mi abuela, pero una cosa es ver y otra hacer. Todo el mundo en la fiesta de la hija de Pilar tenía que ver con la tarta, cubierta con una capa de fondant blanco y pequeñas florecitas de colores que hice para la pequeña Pilar, pero la verdad es que la tarta aunque hecha con todo el cariño, visualmente representaba el trabajo de una persona con muchas ganas y poca experiencia en este oficio.
Luego fue mi amiga Eva la que confió en mí, la tarta muy linda para todos nuevamente, pero mi esposo siempre crítico y además yo que había visto hermosas tartas hechas para grandes fiestas de matrimonio sabía que algo no iba bien, una tarta de fondant para las personas que las ven por primera vez tiene que arrancar un “uufff” de asombro, ya que puede representar rozando casi la perfección cualquier tema o decoración que nos imaginemos, fue cuando Konrad, mi esposo, me dijo y estuve de acuerdo, invierte en un curso, seguro que entre tus deseos de aprender y tus capacidades, algo bueno resultará de eso.
Los cursos para hacer fondant son cortos pero muy útiles, enseñan trucos para trabajar la masa, hacer figuras, las herramientas a utilizar, el tipo y marca de los mejores ingredientes, en fin valen la pena y no son caros.
Nuevamente fue mi amiga Pilar la que intervino para suerte mía, venía el cumpleaños de mi hijo, sus 5 años; yo realizaba para él, desde que nació, fiestas temáticas con sus personajes favoritos en los dibujos animados que veía por la tele, ese año tocaba Cars y Rayo McQueen. Mi amiga me envió una foto con una tarta preciosa, un flamante Rayo McQueen que lucía todos los detalles, me decía todos los días después de entregarme la foto que seguro yo podría superar esa tarta. Konrad, también me alentaba y casi me hacía “olas” durante las 15 horas que me llevo hacerla, animándome sobre lo bien que iba quedando y lo contento que iba a estar nuestro hijo con ese regalo. Fue esta tarta el inicio, me dio confianza y seguridad para aceptar posteriores trabajos, también despertó la imaginación de todas mis amigas al pedir tartas de cumpleaños… ( yo quiero para mí hijo un dinosaurio que abra la boca, para mi unas figurillas que bailen sobre la tarta, una princesa vestida para su baile de gala) y eso está muy bien porque para una tarta de fondant no hay límites, sólo nuestra capacidad y voluntad de hacerlas, Por eso que hay que hacer nuevos cursos, ver programas, tutoriales y aceptar esos difíciles retos, ya que son los que pueden lograr en nosotros ser unos verdaderos “Reyes o Reinas de las Tartas”.
Myrhi.
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